Rostro Mojado

La lluvia caía incesante mojando con sus gotas los suelos, los coches, dibujando regueros en las zonas desniveladas del asfalto.

La gente caminaba, guarecida bajo sus paraguas las personas precavidas, corriendo los poco previsores que no querían mojarse, y ella, ella caminaba ajena a todo con el agua corriéndole por el rostro y la mirada perdida...

No le importaba ni el agua ni el frío, porque ella realmente no estaba allí, su cuerpo caminaba impulsado por la inercia o la costumbre, quien puede saberlo. Su mente a kilómetros de allí y unos años atrás en el tiempo...

Recordaba momentos que habían quedado guardados en un rincón de su memoria, un vestido granate, con grandes flores de un tono más oscuro, unas sandalias negras. Un camino solitario en una tarde de verano, una visita, un paseo en compañía y una charla agradable.

Volvió en sí, sintiéndose desorientada durante unos segundos, se quedó plantada en mitad de la calle intentando orientarse, mientras sacudía confusa la cabeza alguien tropezó con ella y siguió su camino echando maldiciones.

Encaminó sus pasos a la playa, anochecía cuando llegó allí, le importaba poco el agua, o el frío, tan sólo le molestaba que la ropa se le hubiera pegado al cuerpo...

Poco a poco se fue desnudando hasta quedar en ropa interior. Dejando su ropa tirada sobre la arena se dirigió al agua y se adentró en el mar.

Su viejo amigo la recibió con los brazos abiertos, la envolvió de agua y espuma de olas rompientes, la besó el rostro y los labios con sus gotas de agua salada.

Cuando el frío del mar hizo que sus dientes entrechocaran, y el cuerpo entero le temblara de arriba a abajo, salió del agua. Sabiendo lo inútil del gesto se envolvió en su abrigo mojado por unos instantes y se frotó el cuerpo, intentando, en vano, entrar en calor.

Con algo de esfuerzo se vistió con las prendas empapadas y dirigió sus pasos hacia su casa, acelerando la marcha para entrar un poco en calor.

Llegó y directamente entro al pequeño baño, desnudándose de nuevo entró en la ducha y dejó que el agua caliente, casi quemase su piel. Una vez entró en calor enjabonó su cuerpo y se lavó el pelo.

Salió del baño poco después con energías renovadas, se preparó una cena ligera, que se tomó despacio, dándose tiempo a saborear la comida.

Luego se dirigió a la habitación, dónde encendió el ordenador para poner una película. Revolvió las cosas de un cajón en lo que comenzaba a ser una frecuente costumbre y se dirigió a la cama, apagando las luces y acomodándose.....